Todos nuestros comportamientos influyen en el funcionamiento de nuestra red neuronal. Estos pueden ser de dos tipos: amorosos (con alternancia entre dar y recibir o con cambios de roles amante-amado), o no amorosos (sin alternancia entre dar y recibir); cuando nos comportamos de forma amorosa nuestra red neuronal funciona de una forma reversible, que es la forma de funcionamiento más eficiente, consumiendo menos energía, y esto es lo que nos proporciona bienestar afectivo.
Los comportamientos no amorosos no facilitan esta reversibilidad, por lo que favorecen un mayor consumo energético cerebral y, consecuentemente, nos cansan.
En todas nuestras relaciones, ya sean familiares, profesionales, deportivas, etc., podemos encontrar estos dos tipos de comportamiento y vemos que las relaciones siempre funcionan mejor con comportamientos que favorecen la reversibilidad de la red neuronal, y entonces pueden ser sostenibles en el tiempo.
El neurohumanismo es la disciplina que enlaza la neurología con las ciencias sociales, ya que en todos los campos donde hay personas, hay relaciones interpersonales y estas se pueden beneficiar de los comportamientos que favorezcan la reversibilidad de la red neuronal.
Una aportación del neurohumanismo es discernir si cualquier relación interpersonal será duradera y beneficiosa. Por ejemplo, es evidente que una pareja tendrá una relación duradera y gratificante si en ella abundan los comportamientos de tipo amoroso o con alternancia, y cuando estos escasean, la relación se hace más difícil y con más riesgo de ruptura. Se puede aplicar tanto a familias como a empresas, instituciones, sociedades, asociaciones, etc.
Más información en www.neurohumanismo.com