Afectividad en psicología moderna designa la capacidad de reacción que el ser humano tiene ante determinadas alteraciones que se producen en el entorno o en sí mismo.
Se podría explicar como el conjunto acumulado de estímulos recibidos y de emociones liberadas; además de todo lo que hemos pensado, aprendido, idealizado…, incluso todo lo que nos ha ilusionado o desilusionado.
Nuestro cerebro está lleno de imágenes; tanto si nos acordamos de ellas como si no, ahí están e influyen en nuestra manera de reaccionar. Todo este conjunto de imágenes va condicionando nuestras reacciones y estas, a su vez, vuelven a alimentar nuestra afectividad.
Ante esta realidad los padres nos podemos preguntar: ¿qué es lo más importante que debemos almacenar en las cabezas de nuestros hijos?
Dos cosas:
- Pautas amorosas. Porque son las responsables de la estabilidad emocional; estas promueven consumos de energía cerebrales bajos. (Ver “El éxito afectivo“).
- Exigencia y desarrollo de la voluntad orientada a algo. (Ver “Padres que dejan huella“).