¿Es lo mismo amar que dialogar? Si buscamos la definición de amor en el diccionario vemos que va cambiando en las distintas ediciones, adaptándose a la idea de que es un sentimiento que puede ir cambiando según nuestro estado de ánimo. En cambio, la definición de diálogo no ha cambiado y se adapta muy bien a lo que realmente es el amor: ideas y afectos que se intercambian de forma alternativa sin límite de tiempo; es la forma de relacionarse amante y amado.
Los expertos en comunicación coinciden en que para que un diálogo sea eficaz y perdurable es necesario que cumpla cuatro condiciones. Estas son:
Conocimiento de lo que decimos y a quién se lo decimos.
Dominio de uno mismo para no contaminar el mensaje con nuestras tendencias, vicios, pasiones…
Tolerancia para saber aceptar las reacciones de nuestro interlocutor y saber modificar nuestra postura, sin renunciar a nuestras convicciones.
Búsqueda de la verdad. Los dialogantes buscan el bien común, para ellos y para los que les rodean.
Viendo estas cuatro características, podemos afirmar que el diálogo es una comunicación amorosa: quien dialoga ama y quien ama sabe dialogar. En todas nuestras relaciones podemos comportarnos teniendo presentes estas cuatro actitudes, ya sea en la familia, en el trabajo, con los amigos, etc.; entonces así conseguiremos que sean relaciones perdurables. En el momento en que falla alguna de estas características se rompe el diálogo y la relación se contamina; por una vez no pasa nada, siempre se puede rectificar; pero si se va repitiendo, acumulamos rupturas del diálogo, o desamores, y la relación acaba por romperse.
Comportarse de esta manera está al alcance de cualquier persona, es un comportamiento natural que todos agradecemos y del que todos salimos beneficiados. Si nos lo proponemos, al principio puede costar un poco, pero si insistimos podemos llegar a adquirir un estilo de vida dialogante que ayudará a nuestros hijos, amigos, compañeros de trabajo…, y a nosotros mismos ¡vale la pena!