Cuando nos relacionamos con otra persona, especialmente si no la conocemos mucho, queremos quedar bien y aparentar ser mejores de lo que somos, intentamos disimular nuestros defectos; pero, por otro lado, no estamos dispuestos a cambiar.
También tenemos la experiencia de que cuando varias personas se transmiten un mensaje de un a otra, como en una cadena, al final este siempre llega un poco deformado.
En las parejas también ocurre a veces que, sobre todo las mujeres, insinúan al hombre que quieren algo pero no se lo dicen abiertamente y, cuando el hombre no le da o no hace lo que ella quería, suele haber discusiones debidas al malentendido.
Esta idea de la dificultad para entendernos ya la reflejaba el escritor español Miguel de Unamuno al decir que al dialogar dos personas no son dos sino seis. Se refería a que, para cada uno de los dos contertulios, tendremos la persona que quiere aparentar ser, la que realmente es y la que percibe el otro.
Estas situaciones de malentendidos suelen disminuir con el paso del tiempo, si las personas se van conociendo cada vez mejor; es frecuente en parejas bien avenidas que uno sepa enseguida si el otro está preocupado, le duele la cabeza, le han dado una buena noticia…, antes de que le cuente nada. También es cierto que cuanto mejor nos conocemos más difícil es aparentar. Esto es debido a que el diálogo entre dos personas no solo es verbal, también intervienen nuestros gestos, acciones, etc. La sabiduría popular dice que una imagen vale más que mil palabras, podemos estar diciendo algo pero con nuestra expresión comunicar lo contrario.
La experiencia nos dice que siempre habrá algún malentendido, nunca acabarán de desaparecer esas “seis” personas que tenemos que poner de acuerdo; siempre nos podremos conocer mejor.
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